viernes, 13 de abril de 2012

Fuentes para el estudio de la historia africana (3): La arqueología

Finalmente, resta mencionar las fuentes arqueológicas que, en su mayoría, llegan a nosotros a través de sus resultados publicados. Para Iniesta, la razón por la cual la arqueología ha trabajado de forma desigual en el continente africano es fácil de comprender: las fascinación por la piedra ha excluido regularmente a aquellas sociedades que construyen en barro; poco se ha hecho en arqueología sobre los emplazamientos en banco o barro (huelga decir que son materiales con una tendencia marcada al deterioro y la erosión). Además, los créditos reducidos concedidos por las metrópolis desaparecieron prácticamente tras las independencias. Menciona también el clásico prejuicio por el cual los pueblos sin historia carecen de interés arqueológico.
Tumba de un miembro de la dinastía askia (Imperio Songay)
Sin embargo, tal y como anuncia Ki-Zerbo, la arqueología en África no sólo padece la falta de medios, sino también otras dificultades más concretas relacionadas con las características intrínsecas del continente: dislocación del terreno por fractura o inversión del relieve, erosión violenta que confunde los estrados, fragilidad de los materiales arquitectónicos, etc. A todo esto hay que añadir los destrozos provocados por las termitas, la herrumbre y la disgregación química, causada por la humedad y la acidez de los suelos; un conjunto de factores que nos lleva a observar una ausencia de fósiles directores. Hay que señalar, también, los daños causados por los saqueadores y el pillaje de diversa índole.

No obstante, a pesar de todas estas dificultades, la arqueología ha hecho grandes méritos para la historia africana. Investigadores como Sayce, Conti-Rossini, Arkell, Caton-Thompson, Summers, Leclant, Chittick, Leakey, Devisse o Dart, han desenterrado en ciertos casos civilizaciones enteras que han proporcionado sorprendentes confirmaciones de la tradición oral.
Hallar información sobre Kémit (antiguo Egipto) no presenta ningún problema. Sin embargo, encontrar los trabajos referentes a otros escenarios africanos resulta completamente inaccesible en nuestras bibliotecas (salvo en artículos insertos en obras generales como las de la Unesco).


Finalizamos así la serie de textos que hemos dedicado a las fuentes para el estudio de la historia africana. Si bien es cierto que las tres que hemos tratado –escritas, orales y arqueológicas- no son las únicas disponibles, sí son las más conocidas y fáciles de asimilar. Sería una necedad pensar que con este trío de vestigios podemos reconstruir la historia de una sociedad. Por ello, como cualquier disciplina científica, la historia debe optar por actuar en consonancia con otras muchas disciplinas. La interdependencia es un hecho irrefutable y que conviene cuidar. Las aproximaciones interdisciplinares, y también las transdisciplinares, han de ser el camino a seguir en la reconstrucción y puesta en valor de cualquier tipo de historia. En este sentido, disciplinas como la lingüística, la etnología, la antropología cultural, el arte y otras muchas ciencias deben ayudarnos a redactar un discurso próximo a la fidelidad histórica que se merecen nuestros antepasados y que sirve para tomar consciencia de nuestro propio mundo. 

Vista aérea de Great Zimbabwe,
uno de los más espectaculares testimonios arqueológicos del continente. 






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