jueves, 17 de mayo de 2012

Sudán occidental y central (siglos VIII-XVI)

El período comprendido entre los siglos XIII y XVI es uno de los más brillantes, si no el que más, de la Historia de África. La esplendidez de este período, en el que se desarrollaron los reinos e imperios más notables del África occidental, quizás haya sido exagerada por la profusión de fuentes de las que disponemos en comparación a los siglos precedentes, mal conocidos (siglos oscuros). Pese a que el mejor conocimiento del período puede explicar, en parte, la gran admiración que ha despertado entre los historiadores, es innegable la importancia y esplendor de los episodios acaecidos en aquel entonces. 


Actualmente, se puede esbozar una cronología bastante exacta de la multitud de estados, reinos e imperios que hicieron del Sudán occidental y central el escenario de sus hazañas, de sus batallas, de sus victorias y derrotas, de sus crueldades y su magnificencia, del despliegue, en definitiva, de unas estructuras estatales equiparables a sus contemporáneos europeos -en términos de grandeza-. En ocasiones, incluso, superaron el nivel de vida y el bienestar social de nuestras tan vanagloriadas culturas occidentales. 

Esta es la cronología de los estados más destacados del Sudán:

  • Ghana: siglos VIII-XII. Capital: Kumbi Saleh. 
Límites aproximados de Ghana. Fuente: Ki-Zerbo, Joseph, Historia del África negra, vol I.
Es el primer gran imperio sudánico que conocemos, tal vez se trate del que desbrozó el camino que más tarde seguirían otros. Sus inicios son objeto de debate historiográfico. Lo mismo ocurre con su declinar, del que hay varias teorías diferentes. En posteriores artículos trataremos de dilucidar estos asuntos, exponiendo los diferentes puntos de vista y opiniones respecto a estas cuestiones. 

  • Mali: siglos XIII-XVII. Capital: Niani.
Mali en su máxima expansión. Fuente: Ki-Zerbo, Joseph, Historia del África negra, vol I.
El inicio de este imperio es inapelable. Malí descolló tras la batalla de Kirina (1235), donde las tropas comandadas por el memorable Sunjata Keita consiguieron doblegar a las terribles huestes del soberano sosso Sumaoro Kanté. El legado de este gran imperio, que en su apogeo llegó a abarcar una extensión parecida a la Europa occidental, es ingente y aún perdura en la memoria de todos los mandé. Baste decir, por ahora, para abrir el apetito, que tras Kirina, en un lugar llamado Kuru Khan Fugha, Sunjata y sus más notables compañeros redactaron, o más bien cantaron, la que puede ser considerada como la primera carta de derechos humanos: la maravillosa Carta de Manden. A partir del siglo XVI, Malí empezó a perder protagonismo en favor de Songhay. Así, su final no fue abrupto, sino que su estrella se fue apagando con el tiempo, iluminando cada vez más tenuemente, mientras Songhay heredaba el papel predominante en el Sudán occidental. 

  • Songhay: siglos IX-XVI (funcionó como Imperio a partir del XV). Capital: Gao.
Songhay. Fuente: Ki-Zerbo, Joseph, Historia del África negra, vol I.
Su origen queda envuelto en la leyenda y guarda un indudable parecido con el se ha atribuido habitualmente a Ghana o Kanem. Ya hablaremos de ello. Por ahora, baste decir que el reino Songhay se tornó en imperio cuando Malí empezó a apagarse. Supieron adoptar el hueco que tenían ante ellos. Sonni Alí, quizás su más brillante emperador, expandió sus dominios hasta Segu en el oeste y hasta Kanem en el este, sometiendo a diversos reinos a una especie de vasallaje. Este imperio presenta una evolución interna muy llamativa, sobre todo con la dinastía askia, en la que su fundador Mohammed Askia, ferviente musulmán, rompió con el habitual estado de tolerancia y hizo temblar los habituales esquemas religiosos negroafricanos. Su final lo conocemos muy bien: en 1591, una expedición hispano-marroquí acabó con la estructura Songhay.

  • Ciudades-estado Hausa: desde el siglo XI. Kano, Daura, Gobir, Katsina, Zaria, Biram y Rano (más tarde: Kororofa, Ilorin, Nupe, Zamfara y Kebbi)
Estos estados se desarrollaron entre el Níger y el lago Chad. Son reinos que irán fluctuando entre la independencia, el sometimiento e, incluso, la conquista (la princesa Amina de Zaira es el ejemplo más llamativo). 

  • Kanem-Bornú: siglos IX- (como imperio desde XII y XIII)
Kanem-Bornú. Fuente: Ki-Zerbo, Joseph, Historia del África negra, vol I.
Sus inicios, también envueltos en el inexacto manto de las leyendas, suele datarse en el siglo IX. Empezó a actuar como un verdadero imperio alrededor de los siglos XII-XIII, cuando cambiaron su capital de Kanem a Bornú, en el sudoeste del lago Chad. Es el imperio que dominó el sudán central y sobrevivió, aunque de una manera atenuada, hasta el siglo XIX. 

Estos son los más destacados protagonistas de estos siglos. Hubo otros, no tan conocidos o con menos envergadura histórica al ser comparados con sus colosos vecinos. Es el caso, por ejemplo, del reino Mosi y de otros tantos que ven como las sombras que proyectaban los grandes imperios ha tapado, en parte, el conocimiento de su historia. 

Todos los imperios presentaban muchas similitudes y algunas fascinantes particularidades. El comercio, por ejemplo, articulado por las numerosas rutas transaharianas, constituía uno de los principales, si no el principal, pilares económicos. Esto fue debido al paso de las rutas antes mencionadas que cruzaban y jalonaban el Sudán y sus imperios que, en ocasiones, las controlaron en su totalidad. Fue también este comercio el que facilitó la expansión del Islam. Parece que fueron los soberanos y sus allegados quienes abrazaron antes la fe musulmana, mientras el grueso de la población permanecía fiel a sus religiones negroafricanas. Este es un asunto muy interesante y objeto de multitud de debates, intentaremos tratarlo más adelante. La tolerancia mutua explica, en gran medida, el éxito y la larga vida de estos imperios. 

Esta es una primera pincelada en el lienzo del Sudán histórico. Situamos el foco en esta región de África para poder elaborar una síntesis más clara y ordenada. Tendremos tiempo de escribir sobre los Yoruba y Benin, de Kongo o Mwene Mutapa, de Great Zimbabwe y toda la costa oriental. 

Os invito a permanecer atentos, pues estamos a punto de abrir una ventana al pasado africano. En un primer momento entrecerraréis los ojos cuando os asoméis a través del alféizar, tal es la luz del pasado de África, pero pronto os adaptaréis a ella y abriréis la boca anonadados ante ese vasto mundo ancestral. 
Bienvenidos al Sudán, estáis invitados a pasear por las calles de Niani, capital de Mali, a estudiar en Tombuctú, a admirar las fortalezas de los Hausa y a navegar sobre las aguas del Níger. Hollareis el mismo suelo que antaño pisó Sunjata, surcaréis las interminables rutas caravaneras y, al final, cuando hayáis cruzado la sabana por enésima vez, desde el Atlántico hasta más allá del lago Chad, quedaréis tan fascinados que querréis permanecer en las históricas tierras africanas, escenario memorable, cuna de la humanidad, del que ya no podréis desprenderos. O, al menos, eso es lo que a mí me sucedió cuando abrí las páginas de su historia. 

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