sábado, 28 de abril de 2012

Los siglos oscuros

Durante las próximas semanas iniciaremos una serie de artículos bajo el lema "Grandes imperios". Principalmente hablaremos de aquellos imperios que surgieron en el Sudán Occidental y Central, dejando para más adelante los estados del África ecuatorial, austral y oriental. 
A fin de entender cómo fue posible el surgimiento de estructuras políticas y culturales de este tipo, es importante colocar algunos precedentes que ayuden a entender el dinamismo y riqueza de esta zona en la que se desarrollaron algunos de los imperios más resplandecientes de la Historia africana.
Por ello, nos hemos propuesto introducir el escenario anterior a estos imperios, así como algunas nociones de utilidad para su correcta comprensión. 

¿Qué son los siglos oscuros?
La historiografía ha tendido a señalar el período comprendido entre el nacimiento de Jesús -y los tiempos inmediatamente anteriores- y el siglo VII como siglos oscuros. Actualmente, esta denominación sirve para señalar un lapso de tiempo que nada tiene de oscuro además de sus protagonistas. La dificultad que entraña el estudio de este período radica principalmente en la escasez de fuentes de las que disponemos.
Aquellos fueron unos años en los que África apenas era conocida por el resto de civilizaciones, cuyos principales contactos sucedían en el norte del continente, donde fenicios, griegos y romanos pugnaron, cada cual en su momento, por controlar la franja costera y asegurarse su explotación.
En estos siglos, los dos colosos del momento, Egipto y Nubia, se encontraban en un proceso de disgregación que parece haber menguado la cantidad de intercambios regulares y, en palabras de Ki-Zerbo, civilizadores (a la vez que empujaban a grupos de emigrantes hacia el interior del continente).

La inicial oscuridad que se cierne sobre estos siglos no debe llevarnos a un equívoco y a señalar una importancia menor en el desarrollo de la Historia africana. Todo lo contrario. Estos siglos, pese a contar con una lista de testimonios inferior a los posteriores, fueron esenciales en el surgimiento del África Negra.
Las migraciones al sur del Sáhara, que se tradujeron en una riquísima y abundante mezcla de pueblos, fueron decisivas en este sentido. Como señaló Greenberg, no sin oposición, las relaciones entre las diferentes lenguas del continente atestigua un movimiento dinámico de su población, algunos de los cuales se produjeron durante estos siglos.
Fue un momento de comunicación y difusión de ciertas técnicas y culturas que colaborarían en la formación de sociedades más poderosas, mejor organizadas y más refinadas.

Nos encontramos en la antesala del inicio de los grandes siglos del África negra, en el umbral de un mundo rutilante y magnífico, un tiempo en el que los grandes imperios africanos nada tuvieron que envidiar a los europeos.

Estos siglos, pese a denominarse oscuros, vertieron haces de luz donde las costumbres, ideas y personas actuaron como motitas de polvo transportadas en su interior. Se plantaba entonces una semilla que haría aflorar imperios de donde antes habían clanes.  

miércoles, 18 de abril de 2012

Lenguas de África*

La lingüística es una ciencia que ayuda sobremanera en el estudio del pasado africano. Por ejemplo, en el Antiguo Egipto se utilizaba una lengua emparentada con las lenguas bantú y sudanesa. De esto se desprende que el Antiguo Egipto tuvo raíces negroafricanas. El asunto de la identidad original de los habitantes de Egipto (Kémit, el país negro o de los negros) y de su civilización es espinoso y ha sido sujeto de arduas y constantes disputas historiográficas. Posiblemente abordemos el tema más adelante. Por el momento, nos conformaremos diciendo que finalmente se han admitido esas raíces negroafricanas de la civilización egipcia. 

Volviendo sobre las lenguas, J. Greenberg propuso la siguiente clasificación de las africanas (esta clasificación ha sido aceptada, rechazada, rebatida, vilipendiada y respetada. Como este es un tema que se aleja de nuestro control, nos limitamos a plasmar la clasificación sin entrar en si es más o menos acertada):
  • Nigero-congo-kordofaniano: es la que más se habla en el continente. Nigero comprende las lenguas sudanesas, las de la sabana subsahariana; Kongo engloba al grupo de lenguas bantú; Kordofaniano: lengua de pequeños pueblos en las montañas de Kordofan, en lo que actualmente es el país de Sudán.
  • Nilótico: se extiende a lo largo del Níger mediano y el alto Níger. Actualmente es un lengua hablada por pastores, como los masai. Son pocos quienes la utilizan. Se considera que muchos elementos del Egipto antiguo son nilóticos (y sudaneses, como hemos dicho antes). 
  •  Egipcio antiguo, copto (desaparecido)
  • Cushítico: de Kush, situado históricamente al sur de Egipto. Son las zonas de Etiopía y Sudán. Tiene menos presencia que el nilótico. 
Esta clasificación, para los poco duchos en la materia, puede no decirnos nada,  pues no alcanzamos a entender lo que esto significa realmente. 

Sin embargo, sí que podemos decir que en África hay unas 2.300 lenguas catalogadas (solo en Togo se hablan más de 200). La distancia entre la mayoría de estas lenguas es similar a la que hay entre el castellano y el italiano, por lo tanto, es posible realizar un intercambio de ideas, costumbres, etc. entre pueblos diversos.

Lamentablemente,  hace más de cien años que en África se hablan lenguas llegadas desde fuera. Inglés, francés, portugués, holandés (afrikaans) e incluso en algunos puntos italiano y castellano. Además del árabe.  
Todas ellas son lenguas que proceden del período colonial, que fue relativamente corto comparado con la historia de África en su totalidad, y que se han convertido en oficiales. De este modo, las lenguas africanas se han visto en muchos casos relegadas a un ámbito nacional fuera de las esferas administrativas  y, lo que es peor, educacionales. 
Sobre este hecho podríamos hacer una profunda reflexión: el aprendizaje en lenguas que no son propias conlleva muchas más dificultades a la hora de recibir y asimilar la información. La lengua es muy importante para interpretar el mundo. Las palabras que utilizamos sirven para designar aquello que nos rodea. Pensad por un instante qué dificultades hubiéramos tenido si en la escuela nos hubieran enseñado en árabe, cuando la lengua con la que hemos crecido y entendido el mundo era el castellano. 


En la actualidad, las lenguas más importantes son:
- Manding: en el África del oeste. 
- Ki Swahili: África oriental y ecuatorial 

Por último, existen cuatro grupos del tronco negroafricano:
Fuente: Kuma, Historia del África negra
  • Khoi-San (lengua más antigua): es gutural. La hablan muy pocos en la actualidad. Los khoi khoi ya no existen. Son los ganaderos que se encontraron los europeos; los hotentotes y los san (bosquimanos -quedan miles dispersados por el desierto de Namibia)
  • Semítico: norte de África y otros puntos (como el norte de Nigeria):
    • gueez-ahmaric (Etiopía)
    • haussa (África occidental)
    • árabe (choa en el lago Chad) -hassaniya-
  • Austronésico (malgache, en Madagascar)
  • Indoeuropeas: inglés, francés, portugués, castellano...


A continuación, dos ideas que creemos conveniente resaltar:
  1. La gran cantidad de lenguas no debe despistarnos y llevarnos a pensar que el entendimiento entre africanos es una misión complicada. Las distancias idiomáticas no son superiores a las que existen en las lenguas indoeuropeas y, a menudo, son menores. 
  2. El fracaso escolar es inevitable cuando el aprendizaje escrito inicial se hace en lenguas tan ajenas al entorno africano como las indoeuropeas. La ruptura entre la oralidad que envuelve a las sociedades africanas y el plano escrito resulta doblemente brusca cuando a ella se añade un aprendizaje gráfico en lenguas extrañas tanto en su estructura como en su léxico y conceptos. 
Para terminar, aconsejamos la lectura de "Pueblos y lenguas" en Kuma, Historia del África negrade Ferran Iniesta. 


*Todo lo expuesto en esta entrada procede de las clases de Historia de África que Ferran Iniesta imparte en la Universidad de Barcelona. Cualquier fallo en su contenido es responsabilidad nuestra. 

domingo, 15 de abril de 2012

Destruyendo algunos tópicos

Fertilidad de la tierra: no son tan fértiles como se dice, sólo lo es la Rift Valley. Las áreas con humedad favorecen el crecimiento vegetal rápido. Sin embargo, las raíces tienden a ser superficiales porque no hay humus suficiente y pocos hidratos. Los suelos son, en su mayoría, argilosos y frágiles.

¿Los humanos han creado la sabana? Probablemente no, probablemente la han hecho crecer, utilizando sus pequeños bosques para combustible. Sobre todo hacia el sur.
La desforestación empeora los suelos; surgen más sabanas, produciendo muchos inconvenientes a la larga. Por lo tanto, podemos decir que los humanos han agravado procesos naturales ya en curso. 
No cualquier tecnología es aplicable a los suelos africanos.

No es el continente de la riqueza mineral por excelencia. Sucede que no ha tenido a nadie que esquilmara sus minas y la extracción ha empezado ya con la tecnología moderna. Los campesinos se combinaban para extraer minerales en épocas en las que el campo no funcionaba. 
Hay muchos minerales disponibles porque la explotación pasada fue normal.

Sistemas patriarcales flexibles, no extremos (como mínimo hasta el siglo XVI).


Cronología

Establecer grandes períodos históricos en los que enmarcar los sucesos del pasado suele ser un ejercicio arriesgado y, en ocasiones, bastante inútil. Normalmente, se han cogido fechas significativas que intentan marcar el inicio y el final de los períodos. Estas fechas, evidentemente, no marcan un cambio repentino y total respecto a la etapa anterior, sino que sirve de referencia para los estudios históricos y responden a la culminación de procesos de larga duración.
Para África, la conocida división Prehistoria-Historia Antigua-Edad Medieval-Edad Moderna-Edad Contemporánea, puede no coincidir con lo que aconteció en tierras africanas. Es una división hecha desde una perspectiva europea, por lo tanto, debemos intentar proponer otra división para la Historia africana. 

Ferran Iniesta propone los siguientes marcos cronológicos:
  • Período antiguo: del IV milenio a.C hasta la emergencia del islam en las fronteras indosaharianas de África. 
  • Período clásico: caracterizada por un fuerte dinamismo endógeno y por la existencia de los grandes estados clásicos. Acompaña el contacto islámico hasta los siglos XV-XVI, según las regiones.
  • Período predador: contacto precolonial europeo -presidido por la trata de esclavos- y caracterizado por los procesos de militarización social hasta 1900. 
  • Colonización e independencia:  siglo XX. Ambos factores crean un marco institucional (la democracia) cuya legitimidad moderna procede desde el exterior. 

Joseph Ki-Zerbo propone otros parecidos que se plasmaron también en la Historia General de África de la Unesco:
  • Prehistoria.
  • África antigua
  • Siglos oscuros
  • Siglos VII-XII: aparición de los reinos que preceden a los imperios.
  • Grandes siglos (XII- XVI): período privilegiado como ninguno, en el que se ve cómo África desarrolla culturas originales y asimila las influencias exteriores conservando su propia personalidad. 
  • Siglos de reajuste (XVI-XIX): primeros contactos con los europeos; trata de negros y sus consecuencias. 
  • Ocupación europea  y las reacciones africanas, hasta los movimientos de liberación posteriores a la II Guerra Mundial
  • Las independencias y sus problemas.

Demografía

Por la fragilidad de los suelos y las características de los cursos fluviales (los valles fluviales de tipo europeo son infrecuentes y el control del agua es muy difícil), hay que comprender que -con notorias salvedades- el crecimiento demográfico optó por la segmentación y consiguiente colonización de nuevos territorios. Por ello, las crisis sociales se han saldado a menudo con emigraciones en busca de nuevos espacios en los que establecerse y expansionarse. Muchas de estas crisis se solucionaban con pactos o con la muerte de los derrotados. Algunos de los grupos humanos derrotados iban en busca de nuevos territorios, al toparse con otras poblaciones poco densas llegaban a pactos con estas. Se producía un acuerdo tácito en el que los antiguos rituales de los viejos ocupantes eran respetados, mientras que el poder político y militar se lo quedaban los  nuevos (recordemos que éstos, en su mayoría, iban armados tras luchar, y ser derrotados, en sus tierras de origen).

En conclusión, la demografía es de tipo disperso más que concentrada.

Geomorfología y clima

África es un viejo continente, desgastado y solo sometido a presiones orogénicas en las cornisas terciarias del Atlas y la Rift Valley. Por lo tanto, predominan las llanuras. Encontramos, sin embargo, alguna emergencia volcánica, como el monte Camerún o el volcán Malabo. Aún así, los dos puntos de fuerte homogeneización orogénica son, como ya se ha dicho, el Atlas y la Rift Valley.
Es una masa continental ingente, de 30 km2 de superficie (Europa tiene 10 km2 y 5 son de Rusia). Por su contorno, que conecta únicamente por el Mediterráneo y el mar Rojo, resulta prácticamente una isla. El Sáhara, además, forma una barrera difícil de franquear al norte de los paralelos 14 y 16. Con excepción de las cuencas marinas citadas, no hay costas en las que navegar, siendo Asia y Europa sus interlocutores, las otras 2/3partes del continente tienen a los peces como únicos vecinos.

Las características citadas han favorecido, sobre todo al sur del gran desierto, los desplazamientos interiores, posibles por la inmensidad de territorio de sabana y bosque. De todos modos, ni el desierto ni el bosque ecuatorial han supuesto un obstáculo absoluto para los intercambios de grupos humanos, ideas y productos.

Suelos

El clima explica, rompiendo algunos tópicos sobre la exuberancia africana, la sorpresa edafológicasalvo en puntos volcánicos, los suelos son pobres en humus. Las lluvias lavan los suelos provocando los fenómenos esterilizantes de la laterización y de la ferralitización. Los fuegos de la sabana agravan el proceso.
Fuente: Kuma, historia del África negra, pág. 30Suelos



Ríos
En África encontramos cambios frecuentes de los niveles de los ríos, esto provoca la formación de zonas lacustres, muchos lagos.
El régimen de lluvias, con marcadas estaciones, condiciona el volumen de los grandes ríos, produciéndose inundaciones periódicas, poco aprovechables para la agricultura. El concepto europeo de valle fluvial no sirve, en general, para África: las superficies continentales tienen escasa pendiente y los ríos tan pronto dejan sus fuentes montañosas, como serpentean plácidamente y con escasa velocidad. Solo el Nilo (a partir de la 2 catarata hasta Memphis –alto Egipto- (900 km), más 100 km de delta)  ofrece la posibilidad de una agricultura intensiva basada en la irrigación (se pueden hacer presas y canalizar el agua). El curso de ríos como el Níger, que puede desbordarse hasta 50 km, no son controlables.


Franjas simétricas desde el punto de vista climático:
- Mediterráneo: regiones del Atlas y el Cabo.
- Desértico: en torno a los círculos de Cáncer y Capricornio (con las grandes regiones áridas del Sahara y el Kalahari).
- Tropical lluvioso: entre los paralelos 16 y 10 (sabana herbácea y arbolada). 
- Ecuatorial: entre el 10 y el paralelo máximo (abarcando las zonas del bosque guineano y selva ecuatorial central).
- Las regiones elevadas de la Rift Valley, Futa Djallon, Camerún, o el altiplano malgache poseen microclimas respecto a sus franjas climáticas respectivas.
Fuente: kalipedia.com

Rift Valley ¿cuna de la humanidad?


Vista satélite
El recorrido de la Rift Valley: desde las montañas etíopes, pasando por los grandes lagos, hasta llegar a Transvaal y Draken. Se supone que aquí encontramos el origen humano. Esto es debido al microclima que impera en la cordillera. La Rift Valley sufre dos estaciones lluviosas. Lo que produce, por extensión, dos períodos de cosechas. Este aspecto facilita el pastoreo a 1000 metros de altura. 
La Rift Valley tiene ciertas ventajas: en las noches la temperatura baja de los 25º, los mosquitos son escasos, por lo tanto, es una zona de poco paludismo. No es particularmente boscosa, hace 4 millones de años se parecía a lo que es ahora. Esta ausencia de grandes bosques evita la aparición de la enfermedad parasitaria que se contrae a través de agua estancada. La mosca tsé-tsé tampoco sube hasta estas cotas.
Recorrido de la Rift Valley
Por todo ello, estas montañas cuentan con numerosas ventajas desde el punto de vista humano.


Por otro lado, la Rift Valley es fantástica en la consecución de restos fósiles debido a las rupturas y fallas que se incrementan, con una separación anual de 40 cm, entre el lado del mar rojo y el arábico, quedando en ocasiones estratos visibles.

Bilad al Sudan

A lo largo de las múltiples publicaciones que verán luz en Tras las huellas de kuma, palabras como "Sudán" o "sudanés" serán utilizadas con frecuencia para referirse a un lugar concreto del continente. Pese a lo que pueda parecer, estas palabras no harán referencia al territorio que actualmente ocupan los países de Sudán y Sudán del Sur. 

Las fuentes árabes nos hablan de Bilad al Sudan, el país de los negros. Es el escenario en el que se desarrollaron los grandes estados clásicos. Una extensión de tierras planas comprendida entre el sur del Sáhara y el norte de los bosques. Un territorio, en su mayoría, de sabana. Distinguiremos entre Sudán occidental y Sudán central (zona del lago Chad). Por lo tanto, cuando hablemos de estados "sudaneses" no estaremos haciendo referencia a los actuales países del Sudán y Sudán del Sur.


Probablemente, es la zona de más alta densidad demográfica a lo largo de la historia africana. En cuanto al clima, es intertropical relativamente saludable, excepto en la época de lluvias, en la que se genera una gran humedad. Un dato interesante referente a la región es que hasta el siglo XVI no se hicieron guerras durante estos períodos lluviosos; era impensable luchar en unas condiciones tan adversas. 
Extensión aproximada del Sudán Occidental y Central



viernes, 13 de abril de 2012

Fuentes para el estudio de la historia africana (3): La arqueología

Finalmente, resta mencionar las fuentes arqueológicas que, en su mayoría, llegan a nosotros a través de sus resultados publicados. Para Iniesta, la razón por la cual la arqueología ha trabajado de forma desigual en el continente africano es fácil de comprender: las fascinación por la piedra ha excluido regularmente a aquellas sociedades que construyen en barro; poco se ha hecho en arqueología sobre los emplazamientos en banco o barro (huelga decir que son materiales con una tendencia marcada al deterioro y la erosión). Además, los créditos reducidos concedidos por las metrópolis desaparecieron prácticamente tras las independencias. Menciona también el clásico prejuicio por el cual los pueblos sin historia carecen de interés arqueológico.
Tumba de un miembro de la dinastía askia (Imperio Songay)
Sin embargo, tal y como anuncia Ki-Zerbo, la arqueología en África no sólo padece la falta de medios, sino también otras dificultades más concretas relacionadas con las características intrínsecas del continente: dislocación del terreno por fractura o inversión del relieve, erosión violenta que confunde los estrados, fragilidad de los materiales arquitectónicos, etc. A todo esto hay que añadir los destrozos provocados por las termitas, la herrumbre y la disgregación química, causada por la humedad y la acidez de los suelos; un conjunto de factores que nos lleva a observar una ausencia de fósiles directores. Hay que señalar, también, los daños causados por los saqueadores y el pillaje de diversa índole.

No obstante, a pesar de todas estas dificultades, la arqueología ha hecho grandes méritos para la historia africana. Investigadores como Sayce, Conti-Rossini, Arkell, Caton-Thompson, Summers, Leclant, Chittick, Leakey, Devisse o Dart, han desenterrado en ciertos casos civilizaciones enteras que han proporcionado sorprendentes confirmaciones de la tradición oral.
Hallar información sobre Kémit (antiguo Egipto) no presenta ningún problema. Sin embargo, encontrar los trabajos referentes a otros escenarios africanos resulta completamente inaccesible en nuestras bibliotecas (salvo en artículos insertos en obras generales como las de la Unesco).


Finalizamos así la serie de textos que hemos dedicado a las fuentes para el estudio de la historia africana. Si bien es cierto que las tres que hemos tratado –escritas, orales y arqueológicas- no son las únicas disponibles, sí son las más conocidas y fáciles de asimilar. Sería una necedad pensar que con este trío de vestigios podemos reconstruir la historia de una sociedad. Por ello, como cualquier disciplina científica, la historia debe optar por actuar en consonancia con otras muchas disciplinas. La interdependencia es un hecho irrefutable y que conviene cuidar. Las aproximaciones interdisciplinares, y también las transdisciplinares, han de ser el camino a seguir en la reconstrucción y puesta en valor de cualquier tipo de historia. En este sentido, disciplinas como la lingüística, la etnología, la antropología cultural, el arte y otras muchas ciencias deben ayudarnos a redactar un discurso próximo a la fidelidad histórica que se merecen nuestros antepasados y que sirve para tomar consciencia de nuestro propio mundo. 

Vista aérea de Great Zimbabwe,
uno de los más espectaculares testimonios arqueológicos del continente. 






jueves, 12 de abril de 2012

Fuentes para el estudio de la historia africana (2): Fuentes orales

La memoria oral es una fuente a menudo desdeñada que, sin embargo, presenta una validez histórica que conviene no ignorar. Las fuentes orales son generalmente menos precisas que las escritas y deben acompañarse de otras fuentes que las apuntalen.  Aun así, la cuestión no es saber si es válida o no, o si goza o no de apoyos exteriores, sino conocer el método preciso que hay que adoptar para el estudio de las tradiciones y seleccionar, del modo más seguro, las que sean dignas de servir de fuentes históricas.

El principal problema de estas fuentes, sin duda las más antiguas que existen, -¿Acaso no fue antes la palabra hablada que escrita?- es definir aquello que narran cronológicamente, enmarcar la información en un escenario temporal concreto. Con excepción de los listados genealógicos monárquicos, los textos orales africanos se caracterizan por su aparente atemporalidad, debido principalmente a su función social ejemplificadora. Por lo tanto, tal y como dice Iniesta, una de las tareas del historiador es resituar en un contexto sociohistórico cada uno de esos grandes supervivientes de la tradición africana.

Hablemos ahora de algunas nociones interesantes que conviene tener presentes cuando hablamos de esta memoria oral*.

Sunyata o la epopeya mandinga
de Djibril Jamsir Niane
Se calcula que la memoria oral tiene un alcance de unos doscientos años. Sin embargo, la transmisión de un mito puede durar mil años (como ocurre con Sunyata Keita).
En África, existe una tendencia a recordar individualmente a los reyes de estados, pero el orden en que son recordados puede no ser cronológico. Hay algunos casos en los que incluso se les puede atribuir victorias, acciones y sucesos que engrandecen su figura y que no fueron obra suya. Es decir, se atribuyen a ciertos reyes acciones venerables que hicieron otros.
Un ejemplo de esto es Da Monzon Diarra, rey de Segu. En “L’Épopée de Segu” de Adame Bá Konaré, se nos explica cómo un personaje lamentable –el mencionado Monzon Diarra- pudo mantenerse en el poder y en el gobierno recurriendo a trampas, engaños y ardides maliciosos. Esto sugiere la siguiente pregunta: ¿Por qué tenemos más información de este rey que de reyes anteriores que fueron realmente más notables que él? La explicación la encontramos en la sociedad africana de entonces, donde había personas, personajes históricos en este caso, que se convertían en receptáculos de hechos.  A ellos todo se les atribuía. Tengamos en cuenta que en 1800 el poder se mantenía poniendo en práctica valores indignos y negativos, algo que no pasaba en época clásica y que, por ello, las hazañas de Sunyata Keita son recordadas con un ánimo diferente. El recuerdo de Sunyata es grato entre los  descendientes de su pueblo. Sacó a los campesinos de sus campos, los elevó a la columna militar y creó un gran imperio. Además, su figura acumulaba valores tales como la amistad, la integridad y un potencial mágico que utilizaba positivamente.

Griot wolof con su kora,
Dakar, 1910
Entre los cuidadores y transmisores de la palabra, aquellos que conocen la historia y la enseñan, aquellos que sacan las lecciones del pasado que creen convenientes, existen dos alas:
1. Griot: quién explica y canta. El narrador. Acompañan sus narraciones con música de cuerda o percusión suave (balafong-la, kora). Eran un “saco de palabras”, guardaban la verdad y solo la ofrecían cuando la persona que los escuchaba podía aprovechar esos conocimientos. La verdad, pues, era selectiva en sus destinatarios; algunos no podían entenderla o podían hacer un mal uso de ella.
2. Bëlën Tigui: depositarios de Kuma. Son quienes mejor preservan la tradición oral. Algunos autores han trabajado en torno a ellos: Camara Laye, Amadou Hampaté Bâ o Djibril Jamsir Niane, son algunos ejemplos.

Como estamos viendo, tenemos que abandonar nuevamente nuestras ideas preconcebidas y nuestros prejuicios acerca de la tradición oral. Los textos orales no son diferentes de los escritos; tienen los mismos defectos y las mismas virtudes (con muchas salvedades y excepciones, por supuesto).

Llegados a este punto, es interesante dedicar algunas líneas a la visión que los africanos han tenido de las bibliotecas. El hecho de almacenar el conocimiento en lugares específicos al que todos pudieran recurrir es una idea que choca con el tema que hemos visto anteriormente sobre la transmisión selectiva de la verdad (no todo el mundo es capaz de entender los textos o de aprovecharlos de manera bienintencionada). En la concepción africana, la gente no preparada, ética y moralmente, no podía acceder a cierta información porque el uso que harían de ella podría llegar a ser catastrófico. Nadie debería acceder a conocimiento si no está cualificado, sobre todo moralmente.
Por todo esto, los Bëlën Tigui preservaban celosamente sus saberes y se ponían fuera del control directo de los poderes centrales, instalándose en muchas ocasiones en intersecciones entre diferentes poderes. Esto sucedió después de la época clásica, la de los grande imperios, cuando a los jefes se les transmitía con total seguridad estos conocimientos. La llegada de los europeos y la posterior militarización de las sociedades africanas acabó parcialmente con este hecho. 



En conclusión, la memoria oral es muy válida siempre y cuando sepamos abordarla. Existen trabajos que han plasmado algunas de estas tradiciones, sin embargo, el paso de los años nos ha ido privando de aquellas personas que guardaban los secretos del pasado africano.

«En África, cuando muere un anciano, se quema una biblioteca» Amadou Hampaté Bâ.


Amadou Hampaté Bâ














* La información que sigue a este párrafo proviene de las clases de Ferran Iniesta en la asignatura Historia de África del grado de Historia en la Universidad de Barcelona.



Fuentes para el estudio de la historia africana (1): Fuentes escritas

La Historia, como disciplina científica, necesita beber de ciertas fuentes para poder reconstruir y analizar los procesos históricos y a sus protagonistas. En África, encontrar cierto tipo de fuentes puede resultar dificultoso, sin embargo, no existe la escasez desmesurada que suele atribuírsele.  

Un análisis pormenorizado de todas las fuentes resultaría demasiado extenso y farragoso para lo que pretendemos en este espacio. Por lo tanto, nos limitaremos a mencionar las fuentes más importantes y algunas de sus características o peculiaridades. Nuestro objetivo en estas líneas es mostrar que la historia africana no surge de la nada, sino que se encuentra respaldada por una larga serie de evidencias. 



Iniciamos esta serie de textos refiriéndonos a las fuentes escritas:
Joseph Ki-Zerbo, historiador burkinés ya fallecido, lamentó en su “Historia del África negra” la escasez de documentos escritos en África en relación al resto de continentes. Nos dice, además, que se hallan mal distribuidos por períodos y por regiones.

Por el contrario, Ferran Iniesta en “Kuma, historia del África negra” (título que inspiró el nombre de este espacio) asegura que las fuentes escritas son más abundantes y constantes en todos y cada uno de los períodos. Iniesta se remonta a mediados del IV milenio a.C, a las inscripciones de los anu y su caudillo Tera Néter (Alto Egipto). Posteriormente, fueron los escritos griegos y hebreos los que cubrieron el primer milenio a.C, y los tardorromanos hicieron lo propio en los primeros siglos de la era cristiana. Tras Mahoma, los textos escritos se multiplicaron en relación con todas las áreas de contacto (sudanesas y swahili), apareciendo incluso obras en lenguas africanas con alfabeto árabe tanto en Madagascar como en ciudades de lengua swahili, además de crónicas en árabe a cargo de autores sudaneses (Tombuctú).
Después de esto, ya encontramos los escritos europeos de la época expansionista (s. XV-XIX).

Al-Muqqadima
 de Ibn Jaldún
 traducida al español
Mapa del mundo de Al-Idrisi
(siglo XII)

Ki-Zerbo destaca las fuentes árabes entre las más importantes para el estudio de la historia africana debido, en gran medida, a que pueden iluminar las zonas oscuras de mayor extensión de esta historia. Nos da una lista de los principales autores: Mas’udi, Ibn Hawkal, Al-Bakri, Al-Idrisi, Abulfeda, Al-‘Omari, Ibn Battuta, Ibn Jaldún, Al-Hasan (Juan León el Africano), Mahmúd Kati y Es-Sa’adi.


Tal y como hemos visto, las fuentes escritas que pueden ayudarnos a aproximarnos a la historia africana no son tan exiguas como podría parecer. Muchas veces las fuentes árabes nos sirven de contrastación a lo que las europeas plasmaban respecto a las sociedades con las que se encontraron al llegar a las costas del continente negro.


«Cabe, pues, desterrar el prejuicio de un continente falto de fuentes escritas: nunca fue así en los seis últimos milenios» Ferran Iniesta.