Por la fragilidad de los
suelos y las características de los cursos fluviales
(los valles fluviales de tipo europeo son infrecuentes
y el control del agua es muy difícil), hay que comprender que -con notorias salvedades-
el crecimiento demográfico optó por la segmentación y consiguiente colonización
de nuevos territorios. Por ello, las crisis sociales se han saldado a menudo
con emigraciones en busca de nuevos espacios en los que establecerse y
expansionarse. Muchas de estas crisis se solucionaban con pactos o con la
muerte de los derrotados. Algunos de los grupos humanos derrotados iban en
busca de nuevos territorios, al toparse con otras poblaciones poco densas
llegaban a pactos con estas. Se producía un acuerdo tácito en el que los
antiguos rituales de los viejos ocupantes eran respetados, mientras que el poder
político y militar se lo quedaban los
nuevos (recordemos que éstos, en su mayoría, iban armados tras luchar, y
ser derrotados, en sus tierras de origen).
En conclusión,
la demografía es de tipo disperso más que concentrada.
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