Un análisis
pormenorizado de todas las fuentes resultaría demasiado extenso y farragoso
para lo que pretendemos en este espacio. Por lo tanto, nos limitaremos a
mencionar las fuentes más importantes y algunas de sus características o
peculiaridades. Nuestro objetivo en estas líneas es mostrar que la historia
africana no surge de la nada, sino que se encuentra respaldada por una larga
serie de evidencias.
Iniciamos esta serie de textos refiriéndonos a las fuentes escritas:
Joseph Ki-Zerbo, historiador burkinés ya fallecido, lamentó en su “Historia del África negra” la escasez de documentos escritos en África en relación al resto de continentes. Nos dice, además, que se hallan mal distribuidos por períodos y por regiones.
Joseph Ki-Zerbo, historiador burkinés ya fallecido, lamentó en su “Historia del África negra” la escasez de documentos escritos en África en relación al resto de continentes. Nos dice, además, que se hallan mal distribuidos por períodos y por regiones.
Por el contrario, Ferran Iniesta en “Kuma,
historia del África negra” (título que inspiró el nombre de este espacio)
asegura que las fuentes escritas son más abundantes y constantes en todos y
cada uno de los períodos. Iniesta se remonta a mediados del IV milenio a.C, a
las inscripciones de los anu y su caudillo Tera Néter (Alto Egipto).
Posteriormente, fueron los escritos griegos y hebreos los que cubrieron el
primer milenio a.C, y los tardorromanos hicieron lo propio en los primeros
siglos de la era cristiana. Tras Mahoma, los textos escritos se multiplicaron
en relación con todas las áreas de contacto (sudanesas y swahili), apareciendo
incluso obras en lenguas africanas con alfabeto árabe tanto en Madagascar como
en ciudades de lengua swahili, además de crónicas en árabe a cargo de autores
sudaneses (Tombuctú).
Después de esto, ya encontramos los
escritos europeos de la época expansionista (s. XV-XIX).
Ki-Zerbo destaca las fuentes árabes entre
las más importantes para el estudio de la historia africana debido, en gran
medida, a que pueden iluminar las zonas oscuras de mayor extensión de esta
historia. Nos da una lista de los principales autores: Mas’udi, Ibn Hawkal,
Al-Bakri, Al-Idrisi, Abulfeda, Al-‘Omari, Ibn Battuta, Ibn Jaldún, Al-Hasan
(Juan León el Africano), Mahmúd Kati y Es-Sa’adi.
Tal y como hemos visto, las fuentes escritas que pueden ayudarnos a aproximarnos a la historia africana no son tan exiguas como podría parecer. Muchas veces las fuentes árabes nos sirven de contrastación a lo que las europeas plasmaban respecto a las sociedades con las que se encontraron al llegar a las costas del continente negro.
«Cabe, pues, desterrar el prejuicio de
un continente falto de fuentes escritas: nunca fue así en los seis últimos
milenios» Ferran Iniesta.
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