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Tumba de un miembro de la dinastía askia (Imperio Songay) |
Sin embargo, tal y como anuncia Ki-Zerbo, la arqueología en África no sólo padece la falta de
medios, sino también otras dificultades más concretas relacionadas con las
características intrínsecas del continente: dislocación del terreno por
fractura o inversión del relieve, erosión violenta que confunde los estrados,
fragilidad de los materiales arquitectónicos, etc. A todo esto hay que añadir
los destrozos provocados por las termitas, la herrumbre y la disgregación
química, causada por la humedad y la acidez de los suelos; un conjunto de
factores que nos lleva a observar una ausencia de fósiles directores. Hay que señalar, también, los daños causados por
los saqueadores y el pillaje de diversa índole.
No obstante, a pesar de todas estas dificultades, la
arqueología ha hecho grandes méritos para la historia africana. Investigadores
como Sayce, Conti-Rossini, Arkell,
Caton-Thompson, Summers, Leclant, Chittick, Leakey, Devisse o Dart, han
desenterrado en ciertos casos civilizaciones enteras que han proporcionado sorprendentes
confirmaciones de la tradición oral.
Hallar información sobre Kémit (antiguo Egipto) no
presenta ningún problema. Sin embargo, encontrar los trabajos referentes a
otros escenarios africanos resulta completamente inaccesible en nuestras
bibliotecas (salvo en artículos insertos en obras generales como las de la Unesco).
Finalizamos así la serie de
textos que hemos dedicado a las fuentes para el estudio de la historia
africana. Si bien es cierto que las tres que hemos tratado –escritas, orales y
arqueológicas- no son las únicas disponibles, sí son las más conocidas y
fáciles de asimilar. Sería una necedad pensar que con este trío de vestigios
podemos reconstruir la historia de una sociedad. Por ello, como cualquier
disciplina científica, la historia debe optar por actuar en consonancia con
otras muchas disciplinas. La interdependencia es un hecho irrefutable y que
conviene cuidar. Las aproximaciones interdisciplinares, y también las
transdisciplinares, han de ser el camino a seguir en la reconstrucción y puesta
en valor de cualquier tipo de historia. En este sentido, disciplinas como la
lingüística, la etnología, la antropología cultural, el arte y otras muchas
ciencias deben ayudarnos a redactar un discurso próximo a la fidelidad
histórica que se merecen nuestros antepasados y que sirve para tomar consciencia
de nuestro propio mundo.
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Vista aérea de Great Zimbabwe, uno de los más espectaculares testimonios arqueológicos del continente. |
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