El imperio de Gana
es el primer gran estado sudanés occidental que conocemos. Entre los textos
árabes que hablan de él destacan los de Ibn Hawkal (s. X) y Al-Barki (s. XI), contemporáneos,
y los Tárikhs de Kati y Sa’idi (s. XVI-XVII).
Gana funcionó como
imperio desde el siglo X, sin embargo, su puesta a punto como estado podría
datar del siglo VII o VIII.
Límites aproximados de Ghana. Fuente: Ki-Zerbo, Joseph, Historia del África negra, vol I. |
Se situaba en el
Wagadu (la tierra de los rebaños), al norte de las dos curvas divergentes del
Senegal y el Níger. En aquel entonces, el Sahel sudanés se beneficiaba de un
clima que poco tiene que ver con el que actualmente conocemos. En aquellos
tiempos, el clima era más bien húmedo, hecho que favorecía la cría de ganado e
incluso la agricultura.
Su localización en
el espacio es sumamente importante. Gana se encontraba en el punto de encuentro
de dos realidades muy distintas que supieron complementarse a la perfección. Al
norte, la sahariana (es decir, también magrebí) y al sur la sudanesa
(recordemos que Bilad al-Sudan era
como los árabes designaban al País de los Negros). Gana, pues, desarrolló una
actividad comercial que permitió interconectar esas dos realidades.
Los orígenes
Pese a que durante
mucho tiempo la historiografía racista pretendió ver en sus orígenes elementos
exógenos, actualmente podemos decir con rotundidad que el amanecer de Gana
responde a las propias luces que sus habitantes encendieron. Es decir, dejando
a un lado las figuras poéticas, Gana la construyeron los negro-africanos, en
ningún caso fue una creación exterior de forasteros de tez pálida; sus orígenes
son claramente autóctonos.
El país del oro
Gana era conocido
como el país del oro. La profusión de este mineral en la corte del rey (tunka o
Kaya Maghan, el dueño del oro) queda plasmada en las palabras de Al-Bakri:
«El rey se cuelga del cuello y de los brazos joyas de
mujer**. Se cubre la cabeza con altos y puntiagudos bonetes, adornados de oro (…).
A su alrededor esperan diez caballos con paramentos de tejidos de oro (…). Diez
pajes (…) visten de modo soberbio y llevan telas tejidas con hilos de oro (…).
Los perros guardianes (…) llevan collares de oro y plata guarnecidos de
cascabeles de los mismos materiales.»
Ya’qubi, por su
parte, nos dice que:
«El rey de Gana es un gran monarca. En su territorio hay
minas de oro, y tiene sometidos a gran número de reinos».
Aunque, en
realidad, la minas de oro no se encontraban propiamente en el territorio
controlado por Ghana (estaban más a sur, en Galam, Bambuk y Buré), queda claro
que el soberano controlaba el flujo de este preciado material. De hecho, la
riqueza del imperio provenía del comercio y, en gran medida, del oro. El
soberano controlaba el monopolio de este último, mientras que las transacciones
se hacían con polvo de oro.
Algunos podrían ver
en este hecho cierto espíritu despótico y autoritario. Sin embargo, tenemos que
tener presente que el oro no puede comerse. Es decir, en aquellos tiempos el
valor que tenía no era el mismo que más tarde adquiriría. El monarca era
consciente de su preciado valor internacional. Ser poseedor de una cantidad
ingente de este material le daba un prestigio inconmensurable ante los
visitantes extranjeros. La población, por su parte, no veía en este control del
flujo aurífero ningún signo de explotación o discriminación. Las transacciones
se hacían con polvo de oro, algo accesible para todo el mundo. Las pepitas no
eran útiles para la vida cotidiana. Podríamos concluir, por lo tanto, que a la población
el monopolio que el soberano ejercía sobre el oro era algo que ni los
perjudicaba ni los beneficiaba.
Otra fuente de
ingresos del soberano provenía de la obligación de pagar un dinar por cada asno
cargado de sal que entraba en su territorio, y dos por cada asno que salía.
Comercio
En Gana había unos
comerciantes intermediarios llamados wangara, que eran los encargados de establecer
contacto con las zonas meridionales. Los mercaderes magrebíes, sin embargo,
muchas veces evitaban los onerosos servicios de los wangara y se desplazaban
ellos mismos hacia la zona donde estaban los compradores. Allí, mediante el
comercio mudo, intercambiaban sus productos con los lugareños. Del norte
llegaban lanas, algodones, sedas púrpura, anillos de cobre, cuentas azules,
sal, dátiles e higos. Del sur salían polvo de oro, goma, marfil y una cantidad
pequeña de esclavos.
Organización
política
La seguridad y
prosperidad de Gana fue narrada por los viajantes árabes que tuvieron la suerte
de caminar por sus tierras.
Había un alto
Consejo del Rey, que comprendía altos dignatarios, en ocasiones musulmanes o
esclavos; los hijos de monarcas vencidos también quedaban asociados al gobierno
en calidad de rehenes.
La sucesión era
matrilineal, es decir, al rey le sucedía el hijo de su hermana. Esto es un
elemento común entre los pueblos negroafricanos, posiblemente sea una práctica
relacionada con su carácter agrícola y sedentario.
Religión
Tanto los soberanos
de Gana como la mayoría de su población fueron fieles a religiones africanas. Esto,
no obstante, no se tradujo en rechazo a un Islam que cada vez estaba más
extendido. De hecho, la tolerancia hacia los musulmanes era absoluta: los
intérpretes, el tesorero y la mayoría de ministros eran elegidos entre
aquellos, seguramente gracias a su competencia técnica.
La capital del
imperio, Kumbi, estaba formada por dos aglomeraciones: la musulmana, habitada
por comerciantes arabobereberes, jurisconsultos y sabios distinguidos; y la
ciudad real, situada a 6 millas de la anterior y rodeada de bosques sagrados.
Esto quizás podría
conducirnos a un equívoco y pensar que existía una discriminación y una
voluntad de separación absoluta. Sin embargo, en la ciudad real encontramos una
mezquita destinada a aquellos musulmanes que, como hemos visto, trabajaban en
la corte.
Declive
Durante años se ha
dicho que los almorávides atacaron Gana y devastaron su capital, Kumbi. Esto
provocó una obligada islamización tanto del monarca como de su población. Sin
embargo, recientemente historiadores como Ferran Iniesta o Moraes Farias han
sostenido que esto no fue así. Los almorávides atacaron Awdaghost en 1055,
ciudad comercial situada al norte del imperio, pero no a la pagana Kumbi, ya
que el movimiento almorávide se limitó a un ajuste de cuentas en el seno del
Islam.
El declive de Gana
tenemos que encontrarlo en diversas causas. Ki-Zerbo habla del empobrecimiento
de la zona resultante de los daños causados al comercio por la inseguridad de
las rutas caravaneras y por la desecación ulterior del Sáhel, acentuada por el
abandono de los cultivos y el cegado de los pozos. En este mismo sentido,
Iniesta habla de la desertificación del Wagadu, que probablemente fue
consecuencia conjunta de la pérdida de la independencia (en manos de los
almorávides, siguiendo la tesis que hemos hablado antes) y la desorganización
política subsiguiente, de los problemas de la actividad comercial, de la
disminución del régimen de lluvias i del abuso de los fuegos de brolla y el
excesivo número de ganado, que acabó por agotar las aguas freáticas de la propia capital.
Sea como fuere,
Gana fue perdiendo el poder que lo encumbró como imperio. A partir de entonces,
y hasta la toma de Kumbi a manos de Sumaoro Kanté en el siglo XIII, el imperio
pasó a ser una sombra de sí mismo, pasando a la órbita de los imperios
sudaneses clásicos. En este momento la hegemonía del Sudán occidental empezó a
desplazarse hacia el este, un proceso que siguió su curso hasta que en el siglo
XVI el imperio Songhay fue atacado por tropas hispano-marroquís.
* Utilizaremos Gana, en lugar de Ghana, para evitar confusiones con el país actual, situado mucho más al sur que el antiguo imperio.
** En el mundo arabe-bereber solo las mujeres se presentaban cargadas de joyas, de ahí este comentario de Al-Bakri.
Bibliografía
- INIESTA, Ferran, Kuma: Historia del África negra, Bellaterra, Barcelona, 2007.
- INIESTA, Ferran: «Origen i formació dels estats del Sudan occidental, segles VII-XVI», L'avenç 61, 1983.
- KI-ZERBO, Joseph, Historia del África negra: de los orígenes a la independencia, Bellaterra, Barcelona, 2011.
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