Exilio, la gestación de dos leyendas.
Detengámonos
en primer lugar en las causas de sendos exilios. Empecemos por Chaka, del que
ya hemos dado alguna pincelada en el apartado anterior. El desprecio de las
coesposas de Nandi se tradujo en un complot, urdido maliciosamente, con el cual
chantajearon y amenazaron a Ngakona, quien se vio obligado a ceder para
preservar su prestigio, enviando a Chaka y su espléndida madre de vuelta a la
aldea de ésta. Comenzaba así el martirio de Chaka, una vida llena de bromas
excesivamente pesadas, humillaciones y aprensiones.
De vuelta a la aldea materna Chaka se empleó como pastor, fue tratado como un
bastardo y maltratado por sus camaradas. Recibió palizas y agresiones
ininterrumpidas hasta que un día quedó tendido en el suelo, creyeron haberlo
matado pero lo que esto supuso realmente fue un punto de inflexión en la vida
del joven pastor. Ante la desgracia, el joven Chaka reflexionó y se endureció.
Tal reacción no hubiera sido posible sin su considerable fuerza física. Pronto
empezó a tener éxitos. Atrajo a amigos, algunos convencidos y otros vencidos,
que lo apoyaban y, finalmente, en este mundo de pastores, logró imponerse como
jefe. La leyenda dice que mató a un león y salvó a una niña de las fauces de
una hiena, tales hitos fueron vinculados con la magia. Su fama crecía
exponencialmente. Cuando sus hazañas llegaron a oídos de sus hermanastros,
Chaka temió por su vida y se refugió en un lugar parecido al que fue Sunjata en
su exilio.
Dibujo de Sunjata Keita |
Sunjata se enfrentó a su hermano mayor, que
había aceptado la existencia del estado hegemónico sosso. Estas discrepancias
con su hermano fueron las que motivaron el exilio de Sunjata y de su madre, a
quienes acompañaron los seguidores del primero. Recorrieron África del oeste,
refugiándose ante la continúa hostilidad sosso. Posiblemente fue en Mema donde
se estableció. El rey de Mema, Mansa Tunkara, lo acogió, apreciando la bravura
del joven Keita y confiándole responsabilidades. Por su parte, Sumaoro seguía
imponiendo dolorosas exacciones en el Manding, provocando que los malinkés quisieran
revelarse. El hermano de Sunjata, el rey, huyó. Esto motivó que un consejo de
ancianos reclamara su ayuda. Lo encontraron en Mema. El rey le dio
un contingente de soldados y Sunjata fue formando una coalición a su alrededor,
reuniendo un gran ejército en 1234. Se puso a la cabeza de una vasta
confederación de pueblos unidos por un juramento que denotaba una violenta
voluntad de liberación.
Retornemos
ahora a Chaka para poder entroncar su situación a la de Sunjata. Habíamos
dejado a Chaka temiendo por su vida y recurriendo al exilio. Como Sunjata,
Chaka se refugió en la corte de un soberano, en este caso en el de su padre,
jefe de todos los clanes nguni: Dinguiswayo. Aquí, Chaka se transformó en un
guerrero de coraje extraordinario, de energía implacable, exento de piedad.
Arrebató a los guerreros nguni sus condecoraciones, convirtiéndose en el brazo
derecho de Dinguiswayo, y en su portavoz. Cuando murió su padre, Chaka tuvo el
apoyo del gran soberano para recuperar su herencia legítima. Asesinó a parte de
sus mediohermanos y se convirtió en jefe de su clan.
Llegados a este punto,
hemos visto que ambos exilios fueron motivados por cuestiones similares, que se
resumen someramente en confrontaciones con sus hermanos. También se ha
recalcado que los dos jóvenes se refugiaron en la corte de sendos soberanos que
les dieron su apoyo, algo fundamental en los sucesos inmediatamente
posteriores. Aquí, pues, hemos visto más similitudes que diferencias. Sin
embargo, empieza a quedar patente el marcado carácter de Chaka en
contraposición a Sunjata, que parece ser más sereno y cultivado. Sunjata
emprendió su regreso al Manding debido a la llamada del consejo de ancianos, al
frente de un ejército que tenía por objetivo liberar a su pueblo de la opresión
sosso. Ahora resta ver como Chaka llegó a ponerse al mando de un gran ejército
si, de momento, era tan solo un jefe de clan.
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