sábado, 26 de enero de 2013

Sunjata & Chaka. Vidas paralelas (4): Las batallas decisivas, el ascenso al poder.


Las batallas decisivas, el ascenso al poder.
Como era habitual en aquellos días de principios del siglo XIX, Chaka, una vez situado a la cabeza de su clan, emprendió acciones contra pueblos vecinos, iniciando incursiones bélicas que se enmarcaron dentro de esa lucha por el espacio vital a la que hemos hecho referencia en el segundo apartado. Acabó con los ngoana y se le prometió la mano de la hermana preferida de Dinguiswayo. Éste realizaba guerras de conquista en las que se enmarcaban las acciones de Chaka, pero cometió la imprudencia de desmovilizar a sus tropas demasiado pronto. Su enemigo, Zwide, aprovechó la situación para atacarlo inesperadamente, capturándolo y ejecutándolo. Chaka se encontró con la cabeza del soberano empalada en la plaza pública, ante la sede del consejo. En un contexto de profundo miedo en el que Zwide continuaba en campaña, los regimientos eligieron a Chaka como comandante en jefe. Era un militar sanguinario, pero fue su destreza estratégica la que permitió la evolución y sublimación paulatina de un ejército que pasó a luchar movido por las directrices que dibujaba su nuevo líder. Aplicó nuevas estrategias y formas de lucha, en lo que sería un avance de su política militarizada posterior. Consiguió derrotar a las tropas de Zwide, que huyó y murió al poco tiempo. De este modo, Chaka se erigía como el jefe de la mayor parte de las tribus del pueblo nguni.

Antes de explicar la batalla que alzó a Sunjata a lo más alto, es adecuado hacer dos referencias que forman parte de la leyenda. En primer lugar, se nos dice que el mejor general de Sumaoro, Fakoli Koroma, sufrió el engaño de su mujer con su propio soberano, cosa que despertó en él el fuego de la venganza, abandonando al monarca y uniéndose a las tropas del joven Keita. Por otra parte, la leyenda cuenta que la hermana de Sunjata consiguió, mediante un sutil engaño, percatarse de cuál era el punto débil de Sumaoro: sólo podrían matarlo con un espolón de gallo blanco. Este episodio probablemente esté relacionado con el descubrimiento de algún veneno determinado utilizado en las puntas de flecha, veneno cuyo secreto era guardado por las gentes de Sosso.
Por todo esto, parece que Sunjata encaró la batalla en ciernes desde una posición de relativa ventaja sobre su rival. Ante la inminente llegada de las tropas de Sunjata, los clanes malinké se movilizaron y formaron sus propios ejércitos, que no dudaron en sellar una alianza y colocarse bajo la dirección de Sunjata. La batalla decisiva tuvo lugar en Kirina, una localidad difícil de situar, aunque se cree que podría estar entre Bamako y Kangaba, en la orilla izquierda del Níger. Allí se enfrentaron dos grandes ejércitos (es una tarea imposible precisar el número de combatientes, pero parece claro que eran dos ejércitos numerosos). La derrota de las tropas de Sumaoro fue completa, las tropas se desbandaron y su comandante huyó, Sunjata lo persiguió sin alcanzarlo. Se dice que también pudo morir, pero su cuerpo jamás fue encontrado en los campos de Kirina. Esta victoria sellaba definitivamente la alianza entre clanes y preludiaba la expansión del Islam por el Manding (Sunjata fue protector de los musulmanes).
De este modo, Sunjata se erigía como el soberano de un incipiente imperio que dominaría el África occidental durante siglos.

Es fundamental para entender los reinados de nuestros dos protagonistas fijarse en el carácter intrínseco de sendas batallas. Mientras que Sunjata luchaba por la liberación de su pueblo de las fauces de un cruel soberano que sometía a durísimas exacciones a toda la población, Chaka luchaba para vengar al jefe caído y acabaría imponiendo otra fuerza conquistadora como la suya. Ya desde el principio Chaka basó su política en las campañas por la conquista de territorios. Sunjata, por su parte, dedicó su atención en otros menesteres, pese a que después de Kirina conquistara grandes territorios con el apoyo de sus eficaces generales. El objetivo de Chaka no era la liberación, sino la conquista.

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